La lejía

El hipoclorito de sodio cuya disolución en agua se conoce con el nombre de lejía que usamos habitualmente como desinfectante, aunque también como decolorante, usándola como blanqueador y en general como solvente de materia orgánica. A la lejía se la conoce al mismo tiempo como cloro o lavandina, o como Agua Jane.

Es un compuesto químico, fuertemente oxidante de fórmula NaCIO que contiene cloro en estado de oxidación.

En la actualidad y debido a motivos de seguridad en el transporte y a la manipulación, se tiende a utilizar el hipoclorito de sodio en lugar del gas cloro en el tratamiento del agua.

De apuntes históricos recogemos los siguientes datos:

Claude Louis Berthollet (1785), fue el primero en utilizar el cloro como blanqueante, haciendo pasar cloro a través de potasa y obteniendo agua de Javel, pero fue Carl Wilhelm Scheele el descubridor del cloro que con anterioridad ya noto las propiedades.

Años más tarde fue Charles Tennant (1799) utilizó un cloro obtenido como subproducto en la fabricación de sosa. Consiguió un hipoclorito de calcio en polvo.

A finales del siglo XVIII ya se utilizaba el hipoclorito como desinfectante. El médico francés Pierre-Francois Percy (1793) y el farmacéutico Antoine Germain Labarraque (1825) a quien se le atribuye la sustitución del potasio por sodio, fueron los pioneros.

A la lejía se le dan diversas utilidades, principalmente como desinfectante en hogares y en industrias, para aseos ya que posee un gran poder fungicida y bactericida, como blanqueador para las fibras textiles, en el proceso de identificación de los distintos filos de animales que poseen espículas, como equinodermos o poríferos. El hipoclorito de sodio disuelve la materia orgánica dejando al descubierto estas estructuras (únicas en cada especie), que son de carbonato de calcio (calcáreas) o dióxido de silicio (silíceas) y, por tanto, no se disuelven.

Es uno de los desinfectantes más económicos y efectivos de cuantos existen.

Debido a su composición nunca debe almacenarse cercana a ningún ácido y jamás deberá mezclarse con amoníaco ya que puede formar cloramina, un gas muy tóxico.

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Publicado el: 13 de abril de 2018